El pasado lunes 14 de agosto un grupo de parroquianos de Álora nos congregamos con gran expectación para presenciar un momento histórico: la bendición de la nueva campana que, desde ese día, resuena en lo más alto de la espadaña del Santuario de Flores.
Sin embargo, esta campana no era recién fundida, traía consigo un significado único y una historia conmovedora. Antes de encontrar su hogar en el Santuario, había sido testigo de décadas de risas, aprendizaje y comunidad en la Escuela rural La Gavia, un rincón educativo en la diócesis de Málaga que funcionó desde 1957 hasta 2018 en dos ubicaciones diferentes. La última en Barriada Bellavista, edificio adquirido por el Ayuntamiento de Álora que ha facilitado su colocación en Flores.
El Párroco, don Felipe Manuel Gallego Casco, promotor de la idea y oficiante de la ceremonia llenó el ritual de la bendición con una mezcla de solemnidad y alegría. Sus palabras, impregnadas de gratitud por el pasado y esperanza por el futuro, resonaron en los corazones de los presentes mientras la campana encontraba su nuevo propósito, llamando a los fieles a la oración y uniendo momentos cruciales en la historia de la comunidad.
Este evento no solo celebró la bendición de una campana, sino que simbolizó la conexión entre generaciones y la capacidad de los objetos cotidianos para convertirse en vínculos inquebrantables con el pasado. La campana, que muchas veces había llamado a los niños a clases en La Gavia, ahora llama a los devotos a la adoración en el Santuario de Flores, llevando consigo la historia y el espíritu de diferentes lugares fundamentales en la vida de la Parroquia.
