Al tener la suerte de que Pepe Segura fuera compañero de mi padre en el Banco Central tuve la oportunidad de comprobar su simpatía y cordialidad en el trato.
Como los grandes cofrades se nos fue el Domingo de Ramos de 1981, aquel 12 de abril partió hacia la casa del Padre para ser privilegiado espectador del Jueves Santo.
Reproducimos en su memoria el artículo publicado por su hijo José Antonio en la revista de 1990.