Mayor de los tres hijos que tuvieron mi tia abuela María Pérez Vergara y Antonio Carrasco Rosas. Fallecido tal día como hoy de 1978, con cincuenta y tres años. Su relación con mi padre lo convirtieron en el hermano que nunca tuvo.
Su carácter extrovertido, afable, cariñoso y comunicativo lo convirtieron en una de las personas más importantes de mi infancia a la que veía diariamente en mi visita tras el colegio al Banco Central donde trabajó con mi padre treinta y seis años.
Destacó por su habilidad manual e innumerables aficiones entre las que se encontraba la fotografía, fueron captadas por su retina momentos únicos de la historia de Álora, de la Hermandad de Jesús y de la familia. Activista ejemplar de la Hermandad provincial de donantes de Sangre, según puede apreciarse en el siguiente artículo: