La fecha de hoy siempre es recordada en nuestra familia por la despedida de Álvaro Carrasco Vergara: buen amigo, gran sacerdote y mejor persona recordada para todos por detalles que convierten a su alma siempre presente en ese trozo de cielo que con sus enseñanzas nos hacía ver en decenas de ejemplos.
Doy gracias a Dios por haberle conocido y por su influencia en decisiones determinantes para mi matrimonio.
Trece años después merece la pena releer su semblanda que recibimos aquellos días de la pluma de su gran amigo, mi hermano Leandro con quien compartió muchas tareas pastorales.
Ayer de mañana las campanas de Cártama, al amanecer, tocaban el redoble de difuntos. El párroco de San Pedro Apóstol ya está gozando de las verdes praderas del Reino.
Te fuiste, amigo y hermano Álvaro, quizás cuando más falta le hacías al mundo. Todo el que te conoció llena su mente de interrogantes sobre el porqué de tu muerte.
Eran las 11 de la noche del pasado 5 de marzo cuando entraste en la agonía. Tras recibir la unción de los enfermos en el atardecer de ese día y besar la cruz que te traje de Roma, y que ahora tienes en tus benditas manos, vivías tu última hora como calvario pidiendo ayuda y dando gracias a todos los que te queremos.
“Leandro, me muero”, y abrazaste la cruz; esa cruz redentora que ha marcado tu vida y te ha llevado a la santidad. Tras tus últimas palabras en las que manifiestas tu agradecimiento, das el último suspiro y, como calvario vivo, tus padres representan a la Virgen María y tus hermanos y amigos, que estamos a tu lado, a ese discípulo amado que llora la pérdida de su maestro.
Nuestro hermano Álvaro está ya definitivamente con el Señor. Eran las 11:45 cuando el Señor lo llamó y lo acogió para siempre junto a sí. “Álvaro, que te vas a poner en presencia de Dios, confía en él, la Virgen te espera”. Reconocemos, como nos dice el libro de la Sabiduría (4, 7-15), que:
Agradó a Dios y Dios lo amó…
madurado en pocos años,
llenó mucho tiempo…
El justo, aunque muera prematuramente,
tendrá su descanso.
Muy cercano a los 39 años de vida entre nosotros, y a los 11 años y medio de sacerdocio al servicio de nuestra Iglesia de Málaga, ha sabido llenar cada uno de sus días con oración, fidelidad, trabajo, buenas obras. Ha sabido ser de Cristo y vivir en Cristo.
Por razón del trabajo de sus padres, Enrique y María Luisa, Álvaro nació el 23 de abril de 1969 en Granada. A los tres días era bautizado en la Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias. Sería el tercero de siete hermanos (Enrique, Pablo, Luisa, Gonzalo, Paloma y Ángel). Álvaro crece bajo las sombras de los sauces de Villa Cristina, en El Palo de Málaga; amante del deporte y gran aficionado del Barcelona. Estudió BUP y COU en el colegio de El Romeral. Hizo posteriormente 1º y 2º de Ingeniería en la Universidad de Madrid, y a continuación, en Navarra, 1º y 2º de Filosofía. Ingresó en el Seminario de Málaga el 15 de septiembre de 1991 en el curso de 3º de Teología. Estudiante, alegre, buen humor, inteligente, buen amigo, hombre de oración… van haciendo de Álvaro el sacerdote joven con corazón de buen pastor. Termina sus estudios teologales en 1995 y durante sus años de Seminario ejercerá como monitor del Seminario Menor y, junto a su inseparable amigo Leandro, es destinado al pueblo de Archidona, que por entonces tenía de párroco a Pepe Ruiz Córdoba. ¡Cómo le gustaban a Álvaro los mostachones de las Mínimas de Archidona!
Se ordenará de diácono el año pastoral de prácticas que Álvaro desempeña en la parroquia de El Salvador de Nerja, con D. Alfonso Arjona. La juventud es atraída por el joven diácono que impaciente espera ordenarse de sacerdote el 7 de septiembre de 1996.
Del 96 al 99 fue párroco de Almayate y Cájiz, ayudando hasta su muerte al que fuera párroco emérito, D. Ricardo Jorge. Vive con Leandro en Benamocarra y ayuda también en Iznate como vicario parroquial. ¡Qué cuatro años tan esplendorosos! El arreglo de la casa de Almayate, tras al muerte de D. Ricardo, la consolidación de las parroquias encomendadas,… Al joven sacerdote lo mismo se le puede ver visitando enfermos que patinando con los niños de la catequesis. Por estos años colabora también en la pastoral vocacional del Seminario.
En el curso 2000-01 en enviado a Roma, donde se especializó en Teología Moral. Allí encontrará grandes amigos que perseverarán en la amistad: Ángel Canca, de Cádiz, Víctor, de Tortosa, Antonio Prieto, de Córdoba. Buenos recuerdos del Colegio Pontificio Español de San José, en Vía de Torre Rossa, 2, y de los buenos helados y capuchinos que en algunas tardes de escape pudo saborear por la ciudad eterna.
A su vuelta, en el 2002-03, comenzó como profesor de Teología Moral en el Seminario Diocesano y en el instituto Superior de Ciencias Religiosas hasta el curso pasado. En estos años ha impartido las materias de Moral Social, Moral de la Persona y Doctrina Social de la Iglesia.
Durante estos años es párroco de San Pedro Apóstol, en Cártama, y de Santa Amalia, en Santa Rosalía Maqueda, atendiendo los barrios de Pueblo Nuevo y Doñana. Cártana será su cruz y su gloria. Muchos acogen los proyectos del nuevo párroco, otros no tanto. Sus sueños, después de grandes avatares, se hicieron realidad: la reconstrucción y consagración del templo parroquial, la construcción del nuevo columbario donde sus restos descansarán, el museo de la Virgen, que con tanto esmero y cariño preparó, y la reparación de la ermita de la Virgen.
Es la Virgen de los Remedios madrina de las nuevas obras, inauguradas en diciembre del año 2005, a pesar de la oposición de unos cuantos que hacen sufrir al joven párroco. Siempre y en todo momento fiel servidor del Señor y de la gente. A finales del año pasado comienza a tener más agudizada la cruz de la enfermedad. La operación de la hernia en la columna, problemas dentales, la pericarditis, los resultados de la biopsia del 7 de junio que detectaron el cáncer linfático… Los posteriores tratamientos de quimioterapia, … toda una cruz que le llevará a la gloria.
Tus padres, tus hermanos, tus amigos, hemos intentado hacerlo lo mejor que hemos podido. Reza en el cielo por nosotros y pídele a la Santísima Virgen de los Remedios que vele por todos los que nos quedamos aquí. Hasta pronto amigo.
Leandro Carrasco Bootello,