En el Curso 1979-80 me encontraba desempeñando el cargo de Director del Colegio Público “Niño de Belén”, del Puerto de la Torre, cuando Mons. Ramón Buxarráis realizó su visita pastoral a esta Barriada. Y, entre las realidades que visitó, estuvo el Colegio.
Al concluir, viendo cómo tenía organizado el Centro, D. Ramón me animó a trabajar en la Obra educativa diocesana, en virtud del Convenio que había suscrito con el Ministerio de Educación, según el cual era posible proponer a Maestros funcionarios en régimen de patronato para desempeñar la docencia en los Colegios diocesanos que habían sido cedidos al Ministerio. Así fue como hace cuarenta años me incorporé a trabajar en esta Obra, a la que tanto bien debo. Primero como Maestro en el Colegio de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, en la Palmilla, donde funcionaban cuatro unidades habilitadas del Colegio “Cristo Rey”. Luego, tres años después, en el Colegio “San Juan” y, seis años más tarde, en el Colegio “Padre Jacobo”.
Fueron unos años en los que, gracias a Dios, viví una gran experiencia personal y profesional. De una parte, entre tanto desempeñaba mi actividad como Maestro, terminaba los estudios de Derecho, con una clara vocación docente, colaborando a tal fin con el Director del Departamento de Derecho Canónico de nuestra flamante Facultad de Derecho, Prof. Dr. Vera Urbano. Por otra, ampliando mis conocimientos jurídicos con los estudios de Derecho Canónico en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca, como alumno de escolaridad especial. Y, en éstas, trabajando a favor de la Obra educativa, acompañando a Mons. García Mota en sus visitas a la incipiente Consejería de Educación, hasta que se consiguió la firma del primer Concierto Educativo, por tres años, en 1986.
Este puntual cúmulo de actividades conexas me llevó a realizar la memoria de licenciatura en Derecho Canónico con el título: “El Patronato Diocesano de Enseñanza del Obispado de Málaga 1951-1991 ¿Una realidad jurídico-canónica?”. Trabajo que me sirvió para profundizar en el conocimiento de esta obra educativa e incluso aventurar su futuro, lo que llevé a cabo mediante mi tesis doctoral en derecho civil que intitulé: “El Patronato Diocesano de Enseñanza del Obispado de Málaga. Una aproximación al Estatuto Jurídico de la Enseñanza no Estatal en la Comunidad Autónoma Andaluza”. En ella analizo la evolución de la Institución, su devenir, éxitos y dificultades, para concluir afirmando que la mejor solución era la de crear una fundación canónica que fuese la persona jurídica que continuase la gestión de la Obra educativa diocesana con mayores garantías.
Sobre cómo afrontar el futuro, Mons. García Mota había hecho varias propuestas al Obispo entre ellas la creación de un “Consejo que le asesore y ayude a tomar decisiones respecto a los Colegios Diocesanos”. Preocupación que era compartida con los Delegados de Enseñanza de los Obispados andaluces con Colegios Diocesanos: Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Guadix y Sevilla, lo que les llevó a crear la Federación Andaluzas de Centros Escolares Diocesanos y Parroquiales (FACEDIPA) –ratificada por acuerdo de los diez Obispos andaluces el 10.01.1986–, como Institución destinada a salvaguardar la diocesaneidad de sus Centros, objeto peculiar de todos ellos, a diferencia del carisma de los restantes centros religiosos y de los homologados como católicos. Aunque, siendo prácticos, todos acabaron uniéndose a una de las dos Patronales creadas para defender sus legítimos intereses: Educación y Gestión (EyG) y/o la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE). Mons. García Mota dejó la Vicaría Episcopal de Enseñanza en 1989, siendo sustituido por D. Francisco Rubio Sopesén, como Delegado Diocesano de Enseñanza, por un año.
FRANCISCO JOSÉ GONZÁLEZ DÍAZ
