Entre los numerosos milagros atribuidos a la Madre de Dios en su advocación de Flores, nos hemos permitido por su significación escoger los tres siguientes.
I
A lo largo de casi tres siglos la vida de los monjes transcurrió en aquel paraje donde ahora se cuentan historias como esta: Aproximadamente por 1648 un perote llamado Francisco Martín Bueno, que se trataba de una persona de gran fervor religioso, quiso tomar los hábitos franciscanos. Se decía que esta generosa y fervorosa persona nunca tuvo ni cama ni celda puesto que se pasaba las noches enteras encerrado en la iglesia ya de rodillas ya sentado, y los días en los que se determinaba la Santa Obediencia sólo se alimentaba de pan y agua. Un día a este buen hombre le sobrevino una enfermedad que consistía en que la cara se le desfiguraba cuando se le llenaba de gusanos pero él resignado se los quitaba con mucha paciencia diciendo “si recibimos los bienes de mano de Dios porque con la misma igualdad el trabajo”. Al poco tiempo de atacarle la enfermedad este leal siervo de Dios murió solo cuando los demás se encontraban comiendo en el refectorio. Los monjes sospecharon lo peor cuando vieron que en la puerta del mismo no había ningún gato, salieron corriendo a ver como estaba el enfermo y lo hallaron ya muerto exhalando su cuerpo un exquisito olor y rodeado por todos los gatos formaban a modo de guardia, como velatorio, una perfecta corona de gloria. Después de esto los lugareños de aquella época lo consideraron como un santo y pedían reliquias de su hábito o flores de su féretro.
II
En la exclaustración de 1835, cierto fraile lego no quiso abandonar el servicio de la Virgen de Flores y se quedó a vivir, como Dios le dio a entender, dependiendo de lo que le llevaban los vecinos. Coincidió en su larga vida, con las primeras guerras de África. Los soldados de Álora, se llevaban estampas de su patrona a la campaña y era creencia popular que la Virgen los iba a visitar a tierra africana. Se contaba que este hermano lego, que cuidaba la imagen, algunas veces que entraba al camarín, sacudiendo el manto de la Señora decía: “Esta noche también has cruzado el Estrecho”, y del manto se desprendía arena africana. De ello daba fe Ana Sánchez y su hijo Juan Pérez Sánchez, que fueros los dos únicos ermitaños conocidos que ha tenido el Convento de Flores y que probablemente sustituyeron al citado lego.
III
Un soldado de Álora fue protegido por la Virgen de Flores, cuando España se veía inmersa en una lucha contra los moros en las inhóspitas tierras da África. Los heroicos soldados se debatían entre la vida y la muerte contra un enemigo superior en número y perfectamente armado que quitaba vidas y destrozaba los cuerpos de los valerosos soldados españoles.
El soldado Félix Acedo García, natural de Álora, estaba atrincherado tras unos matorrales para defenderse del fuego del enemigo. Sus compañeros caían al suelo, heridos o muertos por la metralla, alrededor de él, cuando una bala llegó al pecho de Félix derribándolo. Su sargento acudió rápidamente al verlo, y al llegar a su lado, cual fue su sorpresa al percibir el agujero del pecho de la guerrera, precipitadamente la desgarra con las manos y ve admirado que la abertura que el proyectil había hecho en la guerrera no había perforada la ropa interior ni se veía el proyectil. El sargento registra el bolsillo de la chaqueta y encuentra una cartera de piel que tenía tres dobleces y al extraerla del bolsillo cae la bala al suelo; esta había atravesado los dos primeros departamentos (cuatro hojas de piel becerro), pero ni señal había en el tercero en el que se guardaba una estampa de la Virgen de Flores. El sargento recogió la bala del suelo, y por más que Félix le rogó que se la diese, no pudo conseguirlo; se negó en absoluto porque deseaba conservarla como recuerdo de aquel hecho tan extraordinario y milagroso.
Imagen de cabecera: Obra de José Carlos Torres propiedad de Adrián Pérez.
