6 diciembre, 2024
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Procesión del Señor de las Torres y la Virgen de Flores

Hay un adagio español, muy certero, que dice: Donde menos se piensa salta la liebre. Afortunadamente me ha ocurrido. Vino a mi conocimiento sin mover un solo dedo, una noticia inaudita de Álora, fechada nada menos que el 17 de enero de 1875, editada por el histórico diario El Avisador Malagueño, la cual se refiere a una procesión en enero en la que salieron juntos Nuestro Padre Jesús de las Torres y nuestra Patrona la Virgen de Flores en prerrogativa para alcanzar el beneficio de la lluvia que aliviase la pertinaz sequía que padecían los campos.

La liebre la levantó y la cazó, mi sobrino Paco Lucas Carrasco y me la ofreció graciosamente. Cosa que se lo agradezco de todo corazón. En el buen sentido de la palabra es un podenco de fino olfato que localiza y levanta la pieza y un galgo tenaz que hasta que no alcanza al veloz animal, no ceja y tan gentilmente ha cobrado este cazador de noticias que siempre va con la escopeta descargada y no se la apropió él para darla a conocer o se la ofreció a otros cazadores investigadores que van con la escopeta montada disparando a mansalva, hiriendo calladamente al prójimo.

La noticia la doy literal e íntegramente. Ella constituye un artículo por sí sola:

“REMITIDO. Sr. Director del Avisador Malagueño. Álora 17 de enero de 1875. Muy Sr. mío de todo mi aprecio:

Espero de su fina atención se servirá dar cabida a estas líneas en las columnas de su apreciable periódico,dándole por ello gracias anticipadas, y reiterándose de V. atento S.S. que besa su mano. Un suscritor.”.

“El sentimiento religioso hallase profundamente arraigado en el pueblo español; y la impiedad es impotente para arrancarlo”.

“Hoy ha sido para estos habitantes unos de los días más animados y de más grande regocijo de su vida; como que indudablemente formará época en esta localidad, según la voz pública. Por mi parte puedo asegurar que jamás he visto ni tanto fervor, ni tanto júbilo en un público”.

“El Sr. D. Antonio López, vicario y cura de esta parroquia, incansable siempre en el desempeño de su sagrado ministerio; que viene regenerando a estos fieles con su constante predicación, ejemplar conducta, aumento del culto, mejoras materiales en el templo, visitas de escuelas y muchas otras acciones que tanto le enaltecen; y que sería prolijo enumerar, al oír los lamentos de todas las clases y especialmente de la proletaria por la falta de la lluvia, que tanto ansiaban los campos, ya casi secos, determinó llevar en procesión a la Iglesia parroquial las Sagradas Imágenes de Jesús Nazareno y Virgen de Flores, que aquí veneran con frenesí para hacerles un triduo de rogativas a fin de alcanzar de la divina misericordia tan suspirado beneficio, y ¡oh portento al instante comenzó a encapotarse el cielo que se hallaba despejado y sereno, y a las pocas horas las nubes se ablandaron y a la tierra mandaban agua abundante que llevó la alegría y la calma a los corazones oprimidos de amargura”.

“También ha hecho las respectivas novenas predicando en ellas y ha dispuesto para este día la función más solemne que ha presenciado Álora. A las diez de la mañana ha tenido efecto la función religiosa, oficiando la misa Capilla de esa ciudad, y el panegírico a cargo del referido señor. Vicario, ha sido sublime en pensamientos, lenguaje, formas y doctrinas, y ejecutando con conmovedora unción y maestría no común, arrebatando a la muchedumbre que atenta escuchaba. Por la tarde se hicieron las novenas, cantando a capilla escogida música. Seguidamente salieron en procesión las Sagradas Imágenes espresadas, tocando la banda del maestro Miranda escogidas piezas, y la capilla acompañando a los cánticos propios del acto con acordes gratos por toda la estación. A las ocho de la noche quemáronse bonitos fuegos pirotécnicos por el acreditado maestro de Cártama”.

“Puedo asegurar a V. que se ha visto en Álora tanta gente reunida ni tanto entusiasmo religioso. En el espacioso templo no se cabía; hasta las calles y plazas que la rodean hanse visto inundadas de fieles anhelantes de entrar. El tema de todas las conversaciones ha sido su cura párroco con quien están orgullosos, y con justísima razón, y a quien con delirio ensalzan en las calles, en las plazas y en todas partes”.

“Una de las cosas que más agradablemente nos sorprendió fue el ver una verdadera romería de aldeanas, en número de más de cuarenta doncellas que traían de los montes ramos de arbustos aromáticos para tapizar las calles por donde había de pasar la procesión.

¡Qué espectáculo tan tierno y arrebatador ofrecían aquel escuadrón de jóvenes vestidas de traje corto, sonrosado el rostro y trayendo sobre sus cabezas hacesillos de romero y de otras plantas odoríferas, y algunas conduciendo de la mano niños de tierna edad, con manojitos del mismo ramaje!” Esto nos hacía recordar los tiempos patriarcales”.

“Todas estas demostraciones y otras muchas que omito, son la prueba más robusta de que el catolicismo tiene profundas raíces en los corazones españoles. Y si los apóstoles de error con sus falsas e intencionadas predicaciones lograron un día, día infausto, en algún tanto amortiguarlo, los apóstoles de la verdad, en mejores tiempos ya le harán revivir con más bríos en los pechos de los indiferentes como lo está haciendo el señor López”.

“Continúe el Exmo. Sr. Obispo de esta Diócesis dotando a las parroquias de curas como al señor vicario de Álora, y la religión de nuestros padres aparecerá con todo su brillo y esplendor, y la sociedad encajará en su natural cauce, porque es necesario que abramos los ojos y nos convenzamos de que únicamente estos obreros del Evangelio son los llamados a salvarnos del naufragio”.

Como veréis está redactada en prosa y ortografía del siglo XIX con palabras altisonantes y rebuscadas. A la misa cantada se le llamaba misa Capilla y al coro se le denominaba capilla. En cuanto a ortografía se escribía ejecutar con g.

Referente al fervor religioso, téngase en cuenta que sólo hacía dos años de la Primera República, producto de la revolución liberal de 1868 ferozmente anticlerical que puso en el trono español a la dinastía de Saboya que a su vez dio paso a la República, la cual se autodestruyó ella misma pues hubo en menos de un año cuatro presidentes.

Como botón de muestra de lo que fue la Revolución de 1868 en el pueblo de El Burgo los obreros quisieron matar al Sr. de los Riscos, cacique en aquellos entonces de esta localidad y fue escondido y salvado por el joven párroco don Francisco Morales García-Urraraco, natural de Álora. Años más tarde el cacique a nivel nacional sería este presbítero más conocido por el Canónigo Morales.

Hagamos preces para que nos sigan protegiendo nuestro Padre Jesús y la Virgen de Flores.

Regino Antonio Bootello Miralles

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