Señor Jesús, gracias por habernos mostrado el rostro del Padre. Gracias por hacernos ver con tus palabras y tus obras quién es y cómo es nuestro Dios. Gracias porque nos has hecho partícipes de ese inmenso regalo que es un Dios que hasta entrega a su propio Hijo en redención por todos.
Señor Jesús, cómo es posible que nos quieras tanto que entregaste a tu Unigénito para darnos vida a los que en él creemos. Lo tuyo nos desborda, nos sobrepasa, nos desconcierta, nos deja atónitos si lo pensamos detenidamente. ¿Quién de nosotros entregariamos a nuestro hijo Unigénito para dar vida eterna a los que creyeran en él? Verdaderamente nos sentimos agradecidos por tanto bien recibido.
Señor Jesús, gracias un día más por querernos tanto, con esa locura tuya que no logramos entender, con esa incondicionalidad que nos deja fuera de combate, con esa magnanimidad que supera todas nuestras espectativas. Gracias por dejarnos compartir por mediación tuya el privilegio que supone ser hijos en el Hijo, ser destinatarios de la promesa de que si creemos en ti tendremos vida eterna. Así te lo pedimos. Así sea
Fuente: Óscar Alonso Peno. Responsable Área Pastoral FEC
Montaje; Antonio G. Mayorga Jiménez