Cristo Resucitado, que viniste a nuestra orilla con la única pretensión de que te siguiéramos. Ansia eterna de almas que esperan, amigo bueno que así me llamas. Tú dejaste el sudario de nuestros olvidos sobre la fría piedra de la muerte para que lo viéramos y sintiéramos hasta el fin de los tiempos cada vez que nos acercamos al banquete de la Eucaristía. Por esta razón de peso no puedes ser el último, sino el primero de nuestros Titulares. Esta noche y todas las noches. Todas las noches y todos los días.
Tú sabes cuanto interés tengo en darte a conocer. Tú conoces mis deficiencias e inseguridades. Tú sabes cuando me canso, me quejo o me rindo.
Realiza junto a mi esta tarea. Pon en mi boca la mejor palabra. Quiero transmitir tu Mensaje, contagiar tu Amor, animar a seguirte. Ser buen profeta tuyo.
Haz de mi alguien justo y misericordioso. Valiente para denunciar lo que no está bien. Y dispuesto a alentar todo lo bueno.
Señor que miraste a mis ojos de frente, sonreíste y dijiste mi nombre.En la arena he dejado mi barca, junto a ti buscaré otro mar.
Derrama la gracia de tu Espíritu Santo para que mis palabras de hoy, sirvan de aliento a los que cada día del año son prioritarios para llevar a generaciones de perotes la base fundamental de mi reflexión en voz alta.
Una reflexión que no nace de la estudiada selección de palabras rebuscadas, ni busca el aplauso fácil, ni pretende debates inútiles. Esta reflexión aspira a que profundicemos en la riqueza espiritual y cultural que nos ofrece la pedagogía cofrade orientándonos a que nuestro fin primero sea mirar al que sufre, alimentar al que tiene hambre y dar aliento al que lo necesite. Si no es así nuestros nazarenos serían mascaras de disfraz, nuestros tronos, altares huecos y nuestras procesiones, una cabalgata teatral y vacía.
Cristo Resucitado que desde las Torres miras al mundo entero.
Gracias porque nos ayudas a entender mejor tu Mensaje.
Gracias porque un día viniste no solo a visitarnos, a ser de los nuestros. Te quedaste en la Eucaristía y compartiste todo con los hombre menos el pecado. Hiciste que te encontráramos en nuestro camino, latiendo tu corazón a la par del nuestro.
Gracias por haberte hecho presente con tu luz pascual en nuestras iglesias ceerradas, que no vacias, la hemos sentido desde que nos llegaron las primeras noticias de esta epidemia mortal, en todo momento nos hemos sentido alumbrados por tu serena y confortadora mirada. Luminosidad sencilla que con tu permiso llevaremos al Cirio Pascual en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo porque creemos firmemente que eres el principio y fin de todas las cosas.
Bendita llama que nos unirá a millones de cristianos que en ayer noche celebramos tu presencia eterna y resucitada. Bendita llama que desde la cruz del Hacho hasta el último rincón de nuestros campos servirá para iluminar, amar y perdonar a todos tus hijos que por siempre jamás postrados delante del sagrario te volverán a rezar como Dios de Dios, Luz de Luz. Dios verdadero de Dios verdadero.
Dibujo interior: Fano
Texto: Carrasco Bootello, F.L. -adaptación parte del pregón de la Semana Santa 2010-