2 diciembre, 2023

La Bajada

Dos mil veinte se ha convertido, esta mañana, en el primer año sin disfrutar del tradicional traslado de la Virgen de Flores a la Parroquia de Álora para sus cultos patronales.

Con muy buen criterio la Junta de gobierno comunicaba hace ya algunas semanas como se producirán en este fatídico año todas y cada una de las citas con nuestra Madre y así sus hijos tendremos la oportunidad de renovar la cinco veces centenaria tradición que nace de los repobladores de Álora en el siglo XV.

Aunque pueda parecer increíble para las actuales generaciones de Perotes, la venida de la Virgen al pueblo el último domingo de agosto es una de las demostraciones devocionales más importantes, y sobre todo más novedosa, de cuantas  profesamos a la Madre del cielo.

Importante, porque con esta modalidad de traslado nunca se ha sentido la Virgen tan arropada,  y reciente, porque solo desde hace cuarenta y un años se viene trayendo a la Virgen tal y como hoy lo conocemos.

Evidentemente el traslado de la Virgen desde su Santuario a la Parroquia siempre se ha producido. El hecho que se celebra desde tiempo inmemorial empieza a hacerse de este modo  el 26 de agosto de 1979 a consecuencia de una prohibición, por parte de la corporación municipal, de que el traslado de la Virgen, se hiciera por la tarde aludiendo a problemas de tráfico.

Gracias a esta oposición nació una de las expresiones marianas más hermosas de la provincia, pues son todos los perotes y oriundos de Álora, los que en el último domingo de agosto se levantan de madrugada para ir caminando a Flores, desde donde acompañan a la Virgen hasta la parroquia. La triunfal entrada de la patrona al pueblo se produce entre ovaciones y aplausos, cuando y está clareando el día. El ideólogo de aquel brillante y novedoso ritual fue nuestro añorado Párroco don Francisco Ruíz Salinas.

En el primer cuarto del siglo veinte, la bajada de la Virgen de Flores para hacerle la novena, se hacía a finales de agosto (como ahora) o a principios de septiembre, al poderse cambiar las fechas según fuera el motivo que lo ocasionara. El ritual era muy distinto; tenía lugar por la tarde de un domingo sin fecha exacta.

La procesión era seguida de una comitiva formada por el Ayuntamiento y autoridades, los Hermanos de la cofradía con su guión. Cuando la procesión llegaba a la altura de la Cancula la Asociación de las Hijas de María, con su estandarte, la estaba allí esperando impaciente para cantarle y unirse a la comitiva. Todos los vecinos de Álora salían de sus casas a recibir a la Virgen que llegaba a la parroquia ya anocheciendo.

El final de los sesenta y la práctica totalidad de los setenta se vuelve a repetir el mismo ritual pero con un camión que traía a la imagen hasta la Cancula para allí formarse la procesión, esta es la primera referencia visual que tengo de este momento.

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