Cazar el instante El hombre, desde las cuevas de Altamira, tiene el extraño impulso de copiar la realidad, de repetirla. ¡Como si este mundo, tan duro e incomprensible, que tanto nos maravilla y nos pesa, no nos bastara! Copiamos el mundo con la palabra, con la pintura, con la escultura, con el cine, con la fotografía. ¿Qué se busca con esta acción? Se busca algo misterioso y difícilmente definible que llamamos belleza. ¿Y qué es la belleza? Después de muchos siglos de arte y de filosofía no nos hemos puesto de acuerdo en una definición clara.
Hay algo que sí sabemos: la belleza es efímera, se esfuma rápida, arrastrada por el tiempo. La belleza es un pez que se mueve en el agua del tiempo. El arte es el intento de atrapar este pez escurridizo.
Ese es el planteamiento de la fotografía de Pedro Pérez. Intenta captar el instante mágico que en un momento va a desvanecerse. Para lograrlo, se agazapa como el cazador que aguarda su presa. Tras una espera, que puede ser larga, aparece esa imagen que, rápidamente, va desaparecer. Antes que lo haga, antes que se escape por el sumidero del olvido, la cámara intenta atraparla. Atrapa y congela esa disposición de las cosas y la luz que las envuelve, que nunca va a volver a repetirse. La cámara (el artista) quiere congelar ese momento de luz. Luchar contra el tiempo. Lo cual, en el fondo, es una tarea imposible.
Tomás Salas
