En Álora se levantó sobre la que hasta 1484 fue su Mezquita Mayor la primera iglesia documentada local que llamaron de la Encarnación, situada en el Cerro de las Torres, en la zona de unos de los yacimientos arqueológicos más importante de la Garbía, pues en su cima se encuentran superficialmente interesantes restos ibéricos , fenicios, romanos y árabes que seguirían reservando sorpresas de proseguir la excavación de este subsuelo reutilizado en tan diferentes épocas y comprobar que no se ha dado un hecho cultural excluyente.
En su falda, junto al Arroyo Hondo, se da un interesante alfar ibérico que se abasteció con los elementos imprescindibles para su mantenimiento, al encontrarse en abundancia arcilla, agua y madera. Así lo demuestra la gran cantidad de restos de cerámicas y piezas calcinadas, que abarca un abanico en el tiempo comprendido desde el siglo IV al I a. C., según se desprende del estudio de Ángel Recio de más de quinientos fragmentos de vasijas de pequeñas y grandes dimensiones, platos, cuencos, escudillas, ánforas, jarras, asas y bases o fondos de los mismos.
Con la llegada de los árabes en el año 711 reedificaron parte del castillo sobre las ruinas del anterior, y lo hacen en varias etapas. La parte más sólida, se construye durante el Emirato con materiales nobles. Se eleva el castillo en la época Califal y durante el reinado de los Taifas se remata con materiales más frágiles, destacando entre su conjunto arquitectónico la esbelta Torre de la Vela.
El espacio urbano o madina se encontraba rodeado por una muralla, coronado en su altura y lugar más estratégico por el hins o castillo que no sólo protegía a su arrabal, las dos mezquitas, alhóndiga, zoco y baños; también tenía como misión defender a los hábitat de las daya dispersas por su vega.
Las alhóndigas o funduq de estas madinas se destinaban a transacciones comerciales y disponían de una zona de hospedaje para los transeuntes, que en poblaciones de mayor número de habitantes, alternaban con las alcaicerías, dedicadas especialmente a la venta de los productos menos imprescindible y de mas lujo.
Fortaleza inexpugnable bajo el dominio árabe, fue ocupada el año 919 por el que luego fuera Abd al-Rahman III.
Fue sitiado aunque no tomado este castillo en 1184 por las huestes de Alfonso VIII y aunque los tutores de Alfonso XI, el Infante D. Juan de Castilla, Señor de Vizcaya y padre de D. Juan el tuerto (el torcido o corcovado) y su sobrino D. Pedro tomaron el núcleo de la población en 1319, no pudieron tampoco conquistar el castillo.
Gobernaban Castilla en la minoría de edad de Juan II su madre Doña María, esposa que fue del difunto Enrique III, y el hermano de éste, el Infante Don Fernando, quien en octubre de 1407, en sus acciones para conquistar las tierras de Ronda, Archidona, Antequera y sus entornos, envió un destacamento a Álora a las órdenes del hijo del Maestre de Santiago don Lorenzo Suárez de Figueroa quedando arrasada esta comarca y destruido su arrabal.
En tiempos de Juan II fue sitiada la fortaleza por don Diego de Ribera, quien tampoco pudo tomarla al morir asaetado junto a sus muros el año de 1434 por un ballestero.
Yendo en mayo de 1434, escribía Menéndez Pidal, el rey Juan II de Aguilafuente a Castilnovo, le llegaron dos mensajes sucesivos anunciándole la alevosa herida en el rostro recibida por el adelantado Diego de Ribera al combatir el castillo de Álora y noticiándole después la muerte consiguiente.
Comentando el Laberinto de Fortuna de Juan de Mena, se refiere Hernán Nuñez a este episodio: … hablando con el alcaide de la villa en seguro, pusieron los moros un ballestero en celada; y el Adelantado quitose el armadura de la cabeça y diole el dicho ballestero una saetada por la boca, o según otros dizen por un ojo, de la cual a poco murió.
Al Adelantado se refiere Juan de Mena en el Laberinto de Fortuna:
Tú adelantaste virtud con estado,
muriendo muy firme por la santa ley;
tú adelantaste los reinos al rey,
siéndole firme, leal e criado;
tú adelantaste tu fama, finado,
en justa batalla muriendo como ombre;
pues de quien tal guisa adelanta su nombre,
¡ved si devía ser adelantado.
Sí la tomó Fernando V e Isabel en junio de 1484 tras haber capitulado después de ser defendida heróicamente (10) por Hamet el Cordi. (11)
De como lograron poner en buen estado las defensas del Castillo de las Torres lo recoge Bernáldez al referirse a los trabajos para reparar los daños que hiciera la artillería en la toma de plazas, especialmente la de Ronda, y dice: “La ciudad despachada de los moros ya las caleras estaban fechas y cocida la cal; y el Rey tomó este estilo desque tomó Álora, que en asentando el real comenzaban los caleros a facer la cal”.
“Tal y como nos lo encontramos actualmente, el castillo está formado por dos recintos: el recinto exterior del cual se conserva parte de la muralla y la Torre de la Vela de forma rectangular que va decreciendo en altura en cada uno de sus cuerpos. Y el recinto superior que es de forma cuadrangular y consta de seis torreones, cuatro en cada esquina y dos en el centro de dos de sus lados”.
FELIPE GARCÍA SÁNCHEZ