PREGÓN DE SEMANA SANTA DE ÁLORA, 2006
Anunciado por Antonio García Pañero
En Ti, ¡OH Virgen de los Dolores!, he puesto toda mi esperanza…
- Párroco y Vicario Parroquial.
Dignísimas autoridades.
Hermanos Mayores de las Cofradías de Pasión y de Gloria de Álora.
Cofrades.
Señoras y señores.
Amigos todos.
Buenas noches.
Después de encomendarme a Nuestra Madre, la Virgen de los Dolores, titular de mi Cofradía, para que me ayude en este trance, permítanme una breve explicación de mi presencia aquí. En diversas ocasiones, mi cuñado, Diego Trujillo, Hermano Mayor saliente de esta Hermandad, me ha insinuado la posibilidad de pronunciar el Pregón de Semana Santa. Otras tantas veces he respondido con evasivas. Pero este año, en que siguiendo el sistema de rotación correspondía a nuestra Cofradía, no ha habido insinuación sino rotunda afirmación: “Te he propuesto para pregonero de la Semana Santa”(además me lo dijo con tiempo). No cabían excusas de premura de tiempo o de agenda. Cuando las distintas Cofradías y Hermandades lo ratificaron es cuando verdaderamente me di cuenta de la responsabilidad y el reto que suponía.
Desde ese momento comencé a pensar, teniendo en cuenta los versados pregoneros que me han antecedido, si estaría a la altura de las circunstancias y si sería capaz de hilvanar pensamientos, sentimientos y vivencias que sirvieran para preparar el momento religioso que se avecina, que pide paso un año más, como ellos lo han hecho. Pero el traje hecho está. Con la ayuda, también, de la Virgen en las advocaciones de los Remedios (Patrona de Cártama, donde he residido muchos años) de la Victoria (Patrona de Málaga, donde ahora resido) la de nuestra Patrona la Virgen de Flores, Ella que es:
La más bonita de todas,
de todas flores, la Flor,
ayuda a este pregonero
que te reza con fervor.
y la benevolencia de ustedes, espero que el traje caiga bien.
Entre esos insignes pregoneros ocupa un lugar importante D. José Mª Lopera, polifacético hombre de letras, laureado poeta, fundador de esa gran revista que tantos frutos literarios está dando, “Álora, la bien cercada”, y poseedor de otros muchos galardones cuya enumeración sería prolija. Es para mí un honor, haber sido presentado por él y agradezco sinceramente las palabras que ha pronunciado.
Quiero aprovechar la ocasión, que esta ilustre ciudad de Álora me ha brindado, para agradecer todo lo bueno que de ella he recibido: desde la formación de una familia, de la que me siento orgulloso, hasta la posibilidad de participar de forma activa en acontecimientos como el que en breves momentos voy a pregonar. Así como a mis padres por la formación humana y cristiana que han sabido inculcarme y a mi esposa e hijos por la comprensión y el aliento que de ellos he recibido en todo momento.
Quizás la visión de nuestra Semana Mayor, que a continuación les muestre, no coincida con la de ustedes, pero de lo que sí pueden estar seguros es de que cuanto voy a decir sale de lo más hondo de este corazón que se siente perote y que cada año comparte esa demostración de religiosidad y fervor que dispensan a los sagrados titulares de las distintas cofradías.
Al verme en esta tribuna, se agolpan en mi memoria y discurren como en una cámara digital, estampas de desfiles procesionales de otras latitudes que contemplé siendo niño y surge el contraste: sobriedad, equilibrio, mesura en las procesiones de ciudades castellanas; exuberancia, belleza desbordada, desmesura en las andaluzas. Aunque en este bello enclave podríamos ver reflejadas estas dos maneras de sentir en dos días de Nuestra Semana Mayor: Jueves Santo por la noche y Viernes Santo por la mañana, y Viernes Santo por la noche.
Antes de glosar esos sentimientos que hace unos instantes les manifestaba conviene señalar que el anuncio que ahora hacemos de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo está presente en diversos momentos en las Sagradas Escrituras como en: “Qué hermosos sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva, que pregona la salvación”. (Is 52,7) o el mismo Jesús en (Mc 9, 31) Entretanto instruía a sus discípulos y les decía: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y le matarán. Y después de muerto a los tres días resucitará”
Y a eso hemos venido aquí esta noche, a dar cuenta del magno acontecimiento que se avecina, que por más conocido que sea no deja de tener un máximo interés. Interés que no se lo da el pregonero, ni el público asistente, ni el marco, aunque este sea grandioso, ni el desarrollo… ¿En qué estriba entonces el interés? Sin duda en el protagonista y en el desenlace: Dios hecho hombre se inmola por nosotros para redimirnos muriendo en la Cruz.
Pero este acontecimiento se repite cada año por esta época, y en cada lugar hay una forma especial de manifestarlo ante los fieles o ante los que llamados únicamente por su belleza plástica o por su pintoresquismo acuden a las poblaciones en que se conmemora.
Nosotros vamos a describir este evento como lo que es, una representación trascendida de un drama en que el protagonista Cristo, un hombre inocente, es conducido a la muerte. Pero que se convierte en tragedia pues “Es vida de Dios y con Dios lo que se entrega aquí a la muerte”.
Como en toda obra dramática conviene establecer el espacio escénico: en nuestro caso el trasunto de ese otro espacio en el que ocurrió el verdadero drama:
Esencias de azahar, limón y luz.
Historia en tus piedras esculpida.
Culturas fundidas por los tiempos:
… romana, mora, cristiana,
Álora, la bien cercada.
Y el ambiente que se respira:
Azahar, jazmín, romero:
fragancias de la ciudad
que muchos llaman “Lugá”
y conoce el mundo entero.
Efectivamente nuestro pueblo es ese espacio. Sus plazas y calles, sus aceras y balcones servirán de butaca o platea para asistir a la representación, a los espectadores que irán dejando al paso de las santas imágenes una plegaria, una lágrima que se escapa sin contención, esa flecha de fe, devoción, y penitencia peculiar que es la saeta.
Tenemos ya al protagonista, adelantamos el desenlace por conocido, describimos el espacio. Demos a conocer la estructura de la obra. Esta va constar de UN PRÓLOGO, TRES ACTOS y UN EPÍLOGO que vamos a ir presentando:
PRÓLOGO: Dividido en dos escenas:
Procesión Claustral de la Virgen de los Dolores Coronada.
Viernes de Dolores.
En un ambiente de recogimiento y devoción, María Santísima de los Dolores es trasladada desde el altar en que se encuentra todo el año hasta el trono que ocupará en los próximos desfiles procesionales. Acto que recoge el tradicional canto de los “Dolores de la Virgen” entonado por los asistentes. Permítanme transcribir una reflexión poética paralela a estos “dolores” de la Virgen que podemos apreciar en este mundo que nos ha tocado vivir:
(Soledad dolorosa)
Siete dolores sufriste,
que hoy campan en nuestro mundo.
¿Dónde moras que no encuentres
signos de claro barrunto
de llegada de la muerte?
¿Cuántos dejan sus asuntos
para encontrar un lugar,
aunque ése no sea el suyo,
huyendo por el océano
para terminar difuntos?
Jóvenes y no tan jóvenes
pagan un caro tributo
al confundir el camino
y perderse muy “a gusto”
disfrutando de placeres
que resultarán confusos.
¡Cuánto pesan nuestras cargas
si hemos de llevar a cuestas
alguna que es el trasunto
de obligación olvidada!
A muchos se crucifica
porque se muestran obtusos
y rechazan esa causa
que aparece como abuso
de “política correcta”.
Aunque parezca rotundo,
no se exagera al decir
que es problema tremebundo
ver la muerte por doquier
y aunque digamos “acudo”,
qué pronto nos olvidamos.
¡Virgen mía, de este mundo,
“qué solos se quedan los muertos”!
Vía Crucis, Procesión del Señor de la Columna.
Sábado de Pasión
Gracias a la restauración de la imagen de el Señor de la Columna que ha llevado a cabo la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de las Torres, la Semana Santa aloreña ha recuperado la salida de esta imagen que completa así otra de las escenas fundamentales en la Pasión de Cristo antes de ser crucificado (por cierto este año se ampliará el recorrido y llegará a la Fuente Arriba).
Para recordar el momento y el sufrimiento de Jesús en esa situación vamos a servirnos de unos versos de Lope de Vega:
Las manos que el cielo hicieron,
atadas con un cordel
en una aldaba de hierro,
que yerro del hombre fue.
Y que porque a las espaldas
el hierro no alcanza bien,
tiene los brazos cruzados,
para que sin cruz no esté.
Mira que vuelve el Cordero
tu piedra en jaspe después,
que con cinco mil azotes
le desollaron la piel;
y que enternecido el mármol,
cera se quisiera hacer,
y pues es más duro el hombre,
atarán a Dios a él.
Razón el mármol tenía,
porque cuantos le ofendéis
mármoles sois en que azotan
a Cristo santo otra vez.
PRIMER ACTO
Domingo de Ramos: Palmas y Oración
Primera escena: Palmas
Cofradías fusionadas de Nuestro Padre Jesús en su Entrada en Jerusalén, María Santísima del Amparo Auxiliadora y Cristo Resucitado procesionan a Jesús en su Entrada en Jerusalén y a Nuestra Señora del Amparo Auxiliadora.
…Si la palmera supiera
Que sus palmas algún día…
Si la palmera supiera
Por qué la Virgen María
La mira… Si ella tuviera…
Si la palmera pudiera…
…la palmera…
(Gerardo Diego)
Viene una esencia de azahares recién estrenados que inunda la escena de este domingo de olivos y palmas y que perfuma cada rincón de esta Jerusalén tan particular. Chicos y grandes, con sus mejores galas, recibirán la entrada de Jesús. Mañana albo-celeste y música que pareciera avivar el trotecillo alegre de la Pollinica sobre la que cabalgara Jesús: Bendito el que viene, el Rey, en el nombre del Señor, ¡Paz en el cielo y en las alturas gloria! (Lc 19,38) Paz en la tierra también, que falta nos hace. Que los discípulos no callemos, glorifiquemos su nombre en todo momento y busquemos la paz.
Acompaña a Jesús, la Virgen del Amparo a quien pedimos devotamente que no deje de su mano a esos niños que no saben qué les deparará esta vida cambiante de valores que truculentamente son sustituidos por otros. Cúbrelos con tu manto, allánales el camino que les queda por recorrer y no los desampares ni de noche ni de día, sé siempre su dulce compañía.
La noche de este día cambia el espacio escénico y de tiempo: Álora se convierte en oratorio universal.
Después de haber instituido el Sacramento de la Eucaristía en la Santa Cena con sus discípulos: …Tomando un pan, recitó la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Este es mi cuerpo, el que por vosotros es entregado. Haced esto en memoria de mí. Y después de cenar tomó igualmente el cáliz, y dijo: Este cáliz es la nueva Alianza en mi sangre, la que por vosotros es derramada. (Lc 22 19-20).
Jesús siente que su término está a punto de cumplirse.
Se retira al monte de los Olivos con sus discípulos para orar:
Segunda escena: Oración.
Venerable Cofradía de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto, María Santísima de la Paz y Santo Vía Crucis del Monte Calvario, Huerto.
El escenario ahora se traslada al otro extremo del pueblo para que nadie se quede sin contemplar esta lección espiritual en la calle: desde la capilla del Calvario donde tiene su sede canónica, la imagen de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto es llevada por sus hombres de trono y acompañada por multitud de cofrades que visten la tarde de rojo sangre como la que sudó Cristo en Getsemaní.
Abundantes fieles, apostados en las confluencias de recoletas calles, esperan gozar de la presencia de Cristo en actitud orante.
Veremos la escena a través de unos versos pertenecientes al dominico andaluz, que vivió entre los siglos XVI y XVII, Diego de Hojeda :
La noche oscura con su negro manto
cubriendo estaba el asombrado cielo,
que por ver a su Dios resuelto en llanto
rasgar quisiera el tenebroso velo,
y vestido de luz, lleno de espanto,
bajar con humildad profunda al suelo,
a recoger las lágrimas que envía
de aquellos tiernos ojos y alma pía.
Después de invitar a sus apóstoles a que recen para no caer en tentación, se distancia de ellos para llevar a cabo su oración.
El dominico se sirve de la alegoría para describir la oración y la presenta como una bella dama que después de rasgar el aire, traspasar las nubes y el sol, llega a las puertas del Cielo y sus magníficos porteros se preguntan:
¿Quién es aquesta dama religiosa
que de Getsemaní volando viene?
Es su cuerpo gentil,su faz hermosa,
más el rostro en sudor bañado tiene:
que beldad tan suave y amorosa
con tan grave pasión se aflija y pene,
lástima causa ¿Quién es la afligida
en igual grado bella y dolorida?
Es de oro su cabeza refulgente,
su rubia crin los rayos del aurora,
de lavado cristal su limpia frente,
su vista sol que alumbra y enamora,
sus mejillas abril resplandeciente;
en sus labios la misma gracia mora:
callando viene, pero su garganta
da muestras que suspende cuanto canta.
En polvo, en sangre y en sudor teñida
aparece su grave vestidura:
como quien pies lavó sube ceñida,
y humildad debe ser quien le asegura:
vedla que en santo amor está encendida,
y así de amor el fuego se apresura:
¿Si es por dicha oración de algún profeta?
Si es oración, es oración perfeta.
He aquí esa oración perfecta : “ Padre mío, si es posible, sea alejado de mí este cáliz; pero no se haga como yo quiero sino como quieras tú”. ( Mt 26 39-40)
Plena aceptación de la voluntad de Dios.
Terminada la oración se vuelve a sus discípulos los encuentra dormidos y les dice:“Velad y orad para que no sucumbáis a la tentación. El espíritu es valeroso pero la carne es débil” (v.41).
Y así hasta tres veces que se retiró a orar. Gran máxima para los días que nos ha tocado vivir con tantas tentaciones a nuestro alrededor: busquemos la fortaleza de espíritu con nuestra oración como la que tienen esos abnegados portadores en tan largo recorrido.
( Tras el paréntesis del Lunes Santo, dos escenas ocuparán el entreacto que suponen Martes y Miércoles Santo con el Traslado del Cristo de los Estudiantes y Vía Crucis de la Cofradía del Huerto)
Martes Santo
Emocionante traslado del Santísimo Cristo de los Estudiantes desde la Parroquia hasta la capilla de las Torres donde iniciará su recorrido el Jueves Santo tras la imagen de Jesús Nazareno. Plasticidad y pericia en la subida hacia las Torres por la calle del Carril.
Vía Crucis de la Cofradía del Huerto. Miércoles Santo.
Espiritualidad en la calle con el rezo de las catorce estaciones con Jesús Crucificado, santificando la “vía dolorosa” que también tendrán que recorrer portadores de tronos y cofrades en las carreras de las distintas cofradías.
SEGUNDO ACTO
Jueves Santo: Emoción, Amor y Dolor
Tres escenas: Jesús Nazareno de las Torres y Cristo Crucificado de los Estudiantes; San Juan Evangelista y María del Amor; María Santísima de los Dolores Coronada
Es este el primer momento climático de nuestra Semana Mayor: Jesús, María y el “discípulo amado”Juan, recorrerán las calles de nuestro pueblo recogiendo plegarias de sus devotos y cofrades y dejando en la calle una lección de religiosidad y belleza.
Primera escena: Emoción
Ilustre Archicofradía y Antigua Hermandad del Dulce Nombre de Nuestro Padre Jesús Nazareno de las Torres, Jesús Atado a la Columna, Cristo Crucificado de los Estudiantes, Santo Entierro y María Santísima de las Ánimas procesiona dos imágenes: Jesús Nazareno de las Torres y Cristo Crucificado de los Estudiantes.
No puedo dejar de evocar las bellas sensaciones que me embargan la tarde-noche de cada Jueves Santo:
La gente se arremolina
en la plaza principal,
pues no se quieren perder
ni un detalle
de evento tan singular.
Bajan por el Callejón, las
fuerzas de la Bripac.
Se detienen en la plaza
y luego regresarán
al lugar que los acoge
hasta que llegue el momento
en que a Cristo escoltarán.
La Fuente Arriba es ahora
concierto
de música militar:
la de las fuerzas llegadas,
la que acompaña a San Juan,
la que detrás de la Virgen
con limpio son sonará.
Y mientras esto sucede
en tan hermoso lugar
en cada casa, seguro,
la madre preparará
túnicas y capirotes
que ella guardó con afán.
Poco a poco van tiñendo
las calles de la ciudad
con los colores que visten:
blancas capas, negras túnicas,
los de Dolores.
verdes túnicas, rojas capas,
los de San Juan,
túnica morada,
los del Señor.
Todos estos nazarenos
se dirigen con presteza
buscando la plaza Baja
que será encuentro hoy
y mañana despedida.
Los últimos arreboles
de tarde primaveral
poco a poco van dejando
asomar la oscuridad.
Es el momento propicio
de ascender hasta el castillo
donde en gótica capilla
está esperando Jesús
para bajar hasta el pueblo
donde expectantes aguardan
los que no se han atrevido
a encarar la calle Ancha.
Un año más aparece
en trono resplandeciente
dispuesto a bajar al pueblo
y mostrarse ante su gente.
Pero no olvidemos el relato evangélico: Dejamos a Jesús en Getsemaní. Fue vendido, entregado por Judas, juzgado y condenado a morir en la Cruz.
Después de introducirte en el pretorio
de vistoso color fuiste vestido
tras concluir el interrogatorio.
Con extraña corona te han uncido
al proclamarte de los judíos Rey,
de hinojos ante Ti se han rendido,
se han mofado también ante tu grey
y nuevamente has sido despojado
de tus falsos atributos de rey.
Después que a Barrabás hayan soltado
recorrerás la vía dolorosa
portando la cruz que te han cargado.
Para llevar carga tan pesarosa
fuiste ayudado por el Cirineo
que jamás olvidaría tal cosa.
Ibas seguido, como cualquier reo,
por gran turba de pueblo y de mujeres
a las que ves y expresas tu deseo:
que no lloren por Ti sino por seres
como ellas y sus hijos, porque es tiempo
en que se oirá decir a esas mujeres,
y las otras poder tomar ejemplo,
que las estériles serán contentas
por no haber engendrado en su “templo”.
Todas han de mostrarse muy atentas
y gritar a los montes y colinas
que de ser tapadas no estén exentas.
Porque si en tronco verde que examinas,
esto hacen, en seco, ¿qué se hará?.
Ese lugar por que ahora caminas
Tu muerte pronto significará,
pues era el sitio de la calavera
donde al llegar se te crucificará.
El Señor de las Torres ha traspasado la puerta del castillo y la gente de la explanada poco a poco, y tras encaminarse el Señor hacia la calle Ancha, fluye como río detrás de Él.
Comienza la bajada, peculiar contraste, para hacer su Calvario. La estampa es digna de ser plasmada por el mejor de los pintores: Jesús entre el cielo y el suelo. Grana, oro y ámbar en el cielo y en la faz de nuestro Nazareno: reguerillos de púrpura sus morenas mejillas humedecen.
La calle serpea hasta la plaza y en cada recodo, en cada altozano, en cada ventana, en cada balcón no falta esa oración que pretende aligerar el peso que en otro momento hemos cargado sobre sus hombros. Pero esa es la grandeza de este Dios hecho hombre que por nosotros y para nosotros instituyó también el Sacramento del Perdón.
Poco a poco, muy lentamente, con mucho cuidado,
con mucho esfuerzo, como el que tuvo que hacer Jesús, llegamos a la última revuelta en la que el río de “cirineos” pretende llegar a la plaza Baja por esta calle que era “ancha” y se ha hecho angosta.
Si trasladamos nuestro punto de mira a la explanada de la iglesia, la entrada es majestuosa, el Señor de las Torres relumbra en su trono. Todo es alegría y emoción: A pesar de que representamos que Jesús Nazareno se dirige hacia el Calvario donde morirá, sabemos también que lo hace por nosotros y para nuestra salvación, de ahí la alegría, el júbilo y la emoción que en no pocos provoca.
El Señor de las Torres continuará su recorrido por las distintas calles y cada uno buscará el mejor lugar para lanzar su plegaria, o aquel que tenga el don, la saeta:
Nazareno de las Torres
pasa
de lirio de Judea
a clavel de “Álora”
¡ Miradlo por donde viene!
Su recorrido, digno, continúa por las calles y plazas de nuestro pueblo, la gente se arremolina en aquellos lugares en que la estampa es más bella: la estética acompaña al sentimiento y lo hace más vivo.
Ya ha hecho su carrera y se dirige a su templo:
Nazareno de las Torres
con las guedejas quemadas
los pómulos salientes
y las pupilas blancas
¡Miradlo por donde va!
Será el único día del año en que el Señor de las Torres “duerma” en la iglesia de la Encarnación.
Y arriba, en el centro, siguen los demás desfiles pero habrá quedado en la madrugada:
Sobre la noche “morada”,
las saetas
dejan rastros
de lirio caliente.
(García Lorca: Saeta y Madrugada, adaptadas )
Habíamos dejado a Jesús Crucificado bajando la calle Ancha dibujando una estampa no menos bella que la ya descrita. La Cruz recortada en el cielo ante la oscuridad y las Torres al fondo.
Cruz que ya ha dejado de ser carga para ser sostén y servir de abrazo universal y conexión con el Padre en el cielo.
Va a hombros de valiosa juventud “estudiantil” que aprende a testimoniar nuestra fe en la calle. Ella, que es el futuro, será la encargada de perpetuar la tradición cristiana y religiosa de este pueblo y manifestarla en la calle mediante sus bellas imágenes, como la de este crucificado Cristo de los Estudiantes: (otra vez el dominico)
Ya estaba en el madero, inestimable
por ser lecho de Dios, Cristo enclavado,
y el cuerpo al mismo cielo venerable
con desigual rigor descoyuntado;
cual agua turbia el óleo saludable
de Dios vertido y sin temor hollado;
los huesos desatados parecían
y estirados los nervios se veían;
cuando en alto subieron el hermoso
Árbol con esta ofrenda refulgente,
y en el hoyo con ímpetu furioso
lo dejaron caer pesadamente(…)
gimió la piedra y retembló el madero.
Abriéronse las llagas de las manos,
de los pies se rasgaron las heridas
y los arroyos de ellas soberanos
crecieron con las grandes avenidas;
y con nuevos dolores inhumanos
de los huesos las carnes desasidas,
no el pecho sólo, palpitar se vieron,
y de la cruz al golpe resurtieron(…)
así alzaba en alto descubierto
el sacrificio grato al sabio gusto
de Dios, y así, de tierra levantado
Cristo se llevó el mundo en sí elevado.
Ahí está la Cruz: sigamos el mandato evangélico: “Niégate a ti mismo, y toma tu cruz, y sigue a Jesús” (Mt. 16,24).
En ella encontraremos:
La salud y la vida.
La infusión de la sabiduría soberana.
La fuerza del corazón.
El gozo del espíritu.
La suma virtud.
La perfección de la santidad.
Tomemos pues la Cruz, sigamos a Jesucristo y alcanzaremos la vida eterna.
Segunda escena: Amor
Cofradía de María Santísima del Amor y San Juan Evangelista.
Cuando ya los últimos penitentes que acompañan al Cristo de los Estudiantes van dejando la plaza, cruza el umbral de la puerta de la Iglesia el trono con las imágenes de María Santísima del Amor y San Juan Evangelista.
Este trono de misterio representa el momento de la Pasión en que María y San Juan están al pie de la Cruz, antes Jesús se había dirigido a ellos: “Al ver, pues Jesús a su Madre, y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a la Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dice al discípulo: ahí tienes a tu Madre. Y desde aquel momento la tomó el discípulo consigo”. (Jn 19, 26-27). Es ésta, según los Evangelios, la única referencia mariana expresa en toda la Pasión. Y no puede ser más lacónico y sobrio el texto, pero suficiente para comprender la grandeza de estas palabras en la Historia de la Salvación: Jesús, en la figura de Juan, nos da a la Virgen como Madre nuestra.
Esta advocación de María nos permite, en el Día del Amor Fraterno presentar estas ideas: San Juan es el discípulo amado y es, precisamente, en su Primera Epístola uno de los lugares donde se enuncia la esencia del Cristianismo tan ligada al amor: “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios; y quien ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama es que no conoce a Dios porque Dios es amor”. Y también en (Jn, 3,16) “Pues así amó Dios al mundo que le dio su propio Hijo Unigénito, a fin de que el que crea en él no perezca sino obtenga la vida eterna”.
Dios, que es amor, entrega a su Hijo por nosotros pero, ¿dónde está nuestra respuesta?. ¿Cuántas cosas y casos hay abiertos en el mundo que nos ha tocado vivir que podrían solucionarse con ese amor-respuesta que Dios espera de nosotros? El nuevo pontífice Benedicto XVI, responde a estos interrogantes en su encíclica “Dios es amor”. En estos días que pronto llegarán y que representan ese gran acto de entrega por amor deberíamos reflexionar sobre ello.
San Agustín (a quien tantas veces me he encomendado, pues el Colegio “Los Olivos” en el que ejerzo como profesor, pertenece a la O.S.A.) nos da pistas muy concretas sobre este punto:
“Dios es amor. Pero ¿cómo es la cara del amor? ¿Cómo es su cuerpo, su estatura, sus pies, sus manos? Nadie puede decirlo porque el amor, Dios, es invisible. Sin embargo, es verdad
que tiene pies: son los que caminan hacia la Iglesia.
Tiene manos: son las que se extienden hacia el pobre.
Tiene ojos: son los que ven al necesitado.
Tiene oídos son los que escuchan al Señor”
Acojamos con fervor a San Juan y María Santísima del Amor que lo derrochan a raudales y que ellos nos ayuden a ponerlo en práctica con los que a nuestro lado están… porque “quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve”. (Jn 4,20)
Tercera escena: Dolor
Real Sacramental e Ilustre Hermandad y Cofradía de Nazarenos de María Santísima de los Dolores Coronada y Soledad procesiona a María Santísima de los Dolores Coronada.
Al llegar a este punto, no puedo menos que hacerles llegar a ustedes mi relación con esta digna Hermandad que tan bien ha sabido acogerme desde el momento mismo en que empecé a visitar este privilegiado lugar.
Debido al hecho de vivir en sitios diversos durante mi infancia, echaba en falta un lugar en que poder participar de tradiciones y costumbres arraigadas y así poder trasmitirlas a mis hijos. Álora es una ciudad en que el forastero no puede sentirse ajeno por la fuerza y la pasión que sus moradores ponen en ellas. Una de esas tradiciones es la Semana Santa y sus cofradías. Y yo tenía que ser de una y esta es la Cofradía de María Santísima de los Dolores, aunque mi mujer fuera de Jesús. Mi hijo es de Jesús también y mi hija de Dolores. Desde el momento en que empecé a colaborar comprendí la abnegación, el trabajo y el empeño que ponen los cofrades en conseguir que su Sagrada Titular luzca como lo hace en cada desfile procesional. Esta Hermandad (sin desmerecer a las demás) se caracteriza por las continuas novedades que van enriqueciéndola. Desde aquí quiero animar al nuevo Hermano Mayor, en este caso Hermana Mayor, y a su junta de gobierno para que sigan con sus logros engrandeciendo y potenciando nuestra Semana de Pasión, así como reiterarles mi humilde colaboración.
Y ahora sigamos con la representación.
Podría pensarse que, al ser la Virgen de los Dolores la última en salir, estaría sola, pero no, la plaza todavía es un hervidero de gente deseosa de ver a su Madre, a la Virgen de los Dolores Coronada.
Va a iniciar el recorrido en su hermoso trono de palio. El nerviosismo del principio, que después será serenidad, poco a poco se va controlando hasta que puede organizarse la procesión y aparece Ella:
¡Qué donosura!
¡Qué elegancia ¡
¡Qué distinción!
¡Qué lindeza!
¡Qué recato en el dolor!
¡Qué dignidad sobre el trono!
No cesan los parabienes y piropos a esta Madre de Álora porque sabemos que cada primavera, como azucena de Nazaret tronchada por el dolor, vendrá hasta nuestra puerta para que podamos presentarle el nuestro con la confianza que una madre da a sus hijos.
¡Ay dolor!
Dolor en Benito Suárez,
¡Ay dolor!
Dolor en calle Zapata,
¡Ay dolor! ¡Ay dolor!
Dolor en calle la Parra
¡Ay dolor!
Dolor en la Fuente Arriba
Su entrada en la plaza por calle la Parra es apoteósica. Su contemplación me inspiró estos versos, con los que concluía la presentación de la Revista “Dolores Cuaresma 2001”.
DOLORES, BAJO PALIO
¿Quién es aquella mujer
que bajo palio bordado
pisa suelo de claveles
y emite rayos dorados?
¿Quién es aquella beldad,
el corazón traspasado
por la pena que la embarga,
hermoso puñal labrado?
Camina a pasito corto
con el ritmo acompasado
que producen al andar
sus varales torneados.
Flecos y borlas también
siguen el bien marcado
juego de luces y sombras…
…pero ya se va acercando.
Su faz es puro contraste:
luz de lágrimas surcando
su rostro sereno y bello
en el espacio acotado
por bambalinas de oro.
Lleva en la mano un rosario
y en la otra un pañuelo blanco
capaz de enjugar el llanto
a todo el orbe cristiano.
Ya está delante de mí,
No sé contener el llanto.
es la Virgen Coronada,
es Dolores bajo palio.
¡Ay dolor! ¡Ay dolor!
Dolor en la Veracruz;
¡Ay dolor! Dolor en calle Convento,
¡Ay dolor!
Dolor, en plaza y calle Santa Ana;
¡Ay dolor! ¡Ay dolor! Dolor en la calle Atrás.
Seguro que no hay lugar
en que a su paso haya alguien
suplicante
que recite una plegaria
que mitigue su dolor:
el que vive en tierra extraña,
el que sufre enfermedad,
el que a su padre perdió,
el que no tiene trabajo
y tiene que alimentar
a familia numerosa.
Todos serán acogidos
Por su infinita bondad.
Pero del mismo modo que te pedimos ayuda para soportar nuestro dolor, permítenos compartir el tuyo, lo expresamos con estas estrofas del “Stabat Mater”:
Ea, Madre, fuente de amor,
Hazme sentir tu dolor,
contigo quiero llorar(…)
Déjame llorar contigo,
condolerme por tu hijo
mientras yo esté vivo.
Ayúdanos a seguir los pasos de Cristo y hacer lo que Él quiera:
Haz que mi corazón arda
en el amor de mi Dios
y en cumplir su voluntad.
Va muriendo este Jueves Santo lleno de sentimientos contrapuestos emoción, amor, dolor pero complementarios.
Cuando la Virgen va llegando a su templo ya suben otros cofrades, penitentes y espectadores que se detienen al paso de esta Virgen que representa también la compostura, la sencillez, la dignidad ante la muerte de su Hijo. Como canta José María Pemán en el poema del mismo título:
“Stabat Mater”:
Stabat Mater dolorosa
juxta crucem lacrimosa
Estaba la Dolorosa
junto al leño de la Cruz.
¡Qué alta palabra de luz!
¡Qué manera tan graciosa
de enseñarnos la preciosa
lección de callar doliente!
Tronaba el cielo rugiente.
La tierra se estremecía.
Bramaba el agua… María
estaba, sencillamente.
TERCER ACTO
Viernes Santo
Dos escenas: Despedía; Piedad, Santo Entierro, Ánimas y Soledad.
Primera escena: Despedía
Después de la larga noche de Jueves Santo llena de emociones, amores y dolores, llega el clamoroso Viernes que acentúa los contrastes de esta bendita tierra.
Es el segundo momento climático de esta magna representación.
Representación matinal.
A plena luz del día.
El Señor de las Torres y la Virgen de los Dolores repetirán el recorrido de la noche anterior, pero llegarán a la Fuente Arriba por la calle de Atrás.
Una mañana primaveral llena de luz y gozo para los sentidos: colores, olores, sabores, sonidos inundan el pueblo atestado de visitantes que no se quieren perder un año más esta función matinal.
El sol quiere engrandecer el momento: los rayos solares refulgen sobre las imágenes y nos permiten fijarnos en los detalles: arroyuelos de sangre discurren por el rostro del Nazareno y gotas purpúreas asoman por la comisura de su boca. Por el dulce rostro de la Dolorosa se deslizan cinco aljófares divinos que permiten presentir un dolor callado pero intenso.
Apostado en lugar privilegiado el pregonero no puede menos y recuerda los versos de Gabriel y Galán:
¡Oh que dulce, que sereno
caminaba el Nazareno!
¡Cuán suave, cuán paciente
caminaba y cuán doliente
con la Cruz al hombro echada
y el amor en la mirada!
La Virgen de los Dolores le sigue y parece que vuelve como consuelo para todos los que la noche anterior hicieron sus peticiones:
Todos salen a su encuentro
y más los que peinan canas,
porque más son sus problemas
y las noches son más largas
Y muestran su confianza en Ella:
En tus ojos nos miramos
cuando a nuestra puerta llama
ese dolor que no sabes
si es aviso o es llamada.
Y, cómo no, suplicamos su favor:
Tú que supiste llevar
con dignidad la gran carga
del dolor, ayúdanos
en el trance que se pasa
si negra sombra nos marca.
Las dos cofradías, acompañado el Señor por la Brigada Paracaidista, como la noche anterior, y la Virgen por la Legión que hará las delicias de un público que también disfruta con las evoluciones de sus gastadores y la velocidad y vistosidad de su desfile. (Destaquemos aquí que este año se cumple el XXV aniversario de la presencia de estas fuerzas en “La Despedía”. Desde este lugar, damos las gracias a esos esforzados caballeros legionarios que tantas buenas acciones han realizado en los destinos a los que han sido convocados. Deseamos que sigan participando con nosotros muchos años más y que la Virgen de los Dolores los proteja en todas sus misiones).
Al son de sus marchas, se dirigen Jesús y Dolores, sus cofrades y devotos y una gran multitud, llegada de los pueblos vecinos, hacia la plaza Baja, donde se va a celebrar el acto más emblemático, por singular, de nuestra Semana Mayor:
“La Despedía”·
Ya está el Señor en la plaza
impaciente, pues parece
que la Virgen se retrasa.
Es lo que siempre acontece
pues la Virgen va detrás…
Qué difícil le va a ser
colocarse en el lugar
desde el que pueda encarar
al Hijo que ya le espera.
Desde un lugar destacado,
vamos a tener la dicha
de contemplar un evento
que es goce para la vista
y que llega al corazón.
Ya los recios portadores
han encontrado su sitio,
los que llevan a la Virgen
y los que portan a su Hijo.
En medio de los dos tronos
y en un pedestal previsto
se encarama el mayordomo
que previamente elegido
dirigirá el ritual:
a la señal convenida,
cada trono con su imagen
una inclinación hará.
Padre Nuestro, Reina Madre
cada cofrade dirá.
Ha sido esta la primera,
la segunda va a empezar.
Señora de los Dolores
y el Nazareno a la par.
Tercera genuflexión,
que ya no puede tardar.
Nazareno, Dolorosa
¿Quién ha ganado? Da igual.
La peculiar ceremonia
está a punto de acabar.
El Señor se va acercando,
sin dejar de contemplar
a la Santísima Virgen,
al empinado lugar
por el que será llevado.
Padre Nuestro, en la explanada
de las Torres,
Padre Nuestro un año más.
Madre Nuestra, en la Parroquia.
Esta noche Madre de la Soledad.
Segunda Escena:
Venerable Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestra Señora de la Piedad y Vera Cruz.
Santo Entierro.María Santísima de las Ánimas.
Nuestra Señora de la Soledad
LA PIEDAD
Retomemos el relato evangélico de San Juan: Jesús desde la Cruz, en la figura de Juan, nos hace hijos de María. Después y para que se cumpliera la Escritura diría: “Tengo sed” y le dieron vinagre. Éste cuando tomó el vinagre dijo: “Todo está cumplido”. E inclinando la cabeza expiró.
Después de esto José de Arimatea pide permiso a Pilatos para llevarse el cuerpo de Jesús. Pilatos acepta. Luego, y con ayuda de Nicodemo, se procederá a embalsamarlo y a enterrarlo en el sepulcro.
Todos estos acontecimientos posteriores a la muerte de Jesús tienen una especial representación en esta Noche Santa.
Si horas antes destacábamos la luminosidad, el ruido, la muchedumbre… ahora todo será soledad, silencio y tinieblas. Ya no habrá espectadores, el pueblo entero será partícipe como doliente en el Entierro, como promesa en las Ánimas, como callada compañía en la Soledad y como puntal en la Piedad.
Casi sin dar tiempo a que los últimos rezagados de “La Despedía” hayan dejado el centro del pueblo, aparece la Piedad que ha salido de la iglesia de la Veracruz, bajará hasta la plaza Baja y subirá de nuevo hasta su templo.
En esta noche llena de piedad y muerte una madre recibe en los brazos a su hijo muerto.
¿Habrá mayor imagen de ternura?
De rojo vino sagrado,
al recibir al Cordero,
tiñó la Piedad sus manos.
Pero si ese hijo, además, es el Hijo de Dios, será ternura sublime:
Clavel celestial descansa
En rosa de Nazaret
Mientras al suelo lo bajan.
¡Qué falta de piedad en el mundo!. Por eso nos dirigimos a Ti con las palabras de la Salve:
“Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”
… Y haya clemencia en este mundo infame.
SANTO ENTIERRO
Cuando la Piedad baja por calle de la Parra, Aparece por la calle de Atrás el Santo Entierro: ya está el Cielo en la tierra. Ha muerto y será sepultado como todos los hombres. Cristo ha muerto, Álora y el mundo entero están de luto. Pero esta muerte nos va a permitir recibir su herencia como se indica en el Himno Cristológico de San Pablo en Col 1, 18-20: La herencia del Pueblo Santo que no es otra que la Salvación y que será definitiva cuando accedamos al Reino de la Luz, hayamos sido redimidos de nuestra condición de esclavos y nos dirijamos hacia la reconciliación y la paz.
El silencio se agiganta al igual que las sombras por las velas. Las arterias de la ciudad se llenan de sangre luminosa, como una anticipación de ese Reino de la Luz, por el que la ha derramado por nosotros.
MARÍA SANTÍSIMA DE LAS ÁNIMAS
Ahora fluye una torrentera de luminarias como si el Purgatorio hubiese abierto sus puertas y en tropel bajaran/subieran las almas en busca de la Gloria: María Santísima de la Ánimas ha dejado la capilla de las Torres, pero bien guardada en su ausencia. ¡Cuántas promesas!. ¡Cuántos buscan en Ella esa Estrella en este mar tempestuoso que es la vida!.
NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
Ya han pasado todas los fieles y penitentes que acompañan a la Virgen de las Ánimas por la plaza Baja de la Despedía.
Nuestra Señora, María, que ha sido Amargura se trasmuta ahora en Soledad, cruza el dintel del templo para mostrar el luto por la muerte de su Hijo.
Ella que es para muchos la inmensa compañía se encontró sola: (de nuevo el Fénix)
Con la mayor soledad (…)
sin luz, porque llora el sol,
sin voz porque muere el Verbo;
sin alma ausente la suya;
sin cuerpo, enterrado el cuerpo;
sin tierra, que todo es sangre;
sin aire, que todo es fuego;
sin fuego, que todo es agua ;
sin agua, que todo es hielo .
La sola del sol difunto
dice con divino esfuerzo,
estas quejas lastimosas
y este piadoso requiebro.
¡Oh teatro victorioso ¡
Donde capitán eterno
Por dar a los hombres vida
venció a la muerte muriendo.
Epílogo : Domingo de Resurrección
Habíamos dejado a Cristo en el sepulcro. Después fueron los guardias enviados por Pilatos para asegurarlo, pues había dicho: “Al cabo de los tres días resucitaré”. Fueron y lo sellaron.
Transcurrido el sábado, cuando alboreaba el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María visitan el sepulcro.
Llenas de gozo y temor,
corren hacia Galilea
para dar la buena nueva
que el Señor resucitó.
Antes han pasado horas
sentadas en el sepulcro
hasta que el ángel enviado
les ha dicho que es seguro.
Les salió Jesús al paso,
paz a vosotras -les dijo-.
Mientras ellas a sus pies
entre alabanzas y gritos,
postrándose, los abrazan
y reciben de Jesús
la misiva de anunciar
el encuentro en Galilea .
Jesús, ya con sus discípulos,
recibe con gran agrado
la adoración que le muestran
y conmina a todos ellos
a bautizar a las gentes
y enseñarles a observar
todo lo que se ha ordenado.
Anuncia su compañía
hasta el final de los tiempos.
Álora tiene también su Cristo Resucitado que recorre este bendito pueblo. Ya, los cofrades que representan a las distintas cofradías irán haciendo balance de una Semana Santa más y pensando qué hacer para que la del año próximo supere en esplendor a esta que acaba.
Pero no olvidemos el significado crucial, para nuestra fe, de la Resurrección: Él, que fue el primer resucitado, quiere compartir esta prerrogativa con nosotros. Y como Él, nosotros también resucitaremos al final de los tiempos. Reafirmemos todo lo que esto significa con unos versos del Cántico de Jorge Guillén
“El Señor resucitó.
Impere el Sí, calle el No”
Muchas gracias.