Hace cuarenta años, un acontecimiento de profundo significado religioso dejó una huella indeleble en Álora. El 20 de agosto de 1983, durante la visita del Obispo de Málaga, don Ramón Buxarrais Ventura, la comunidad se unió en una Eucaristía solemne en la que se celebró la presentación y primera imposición de la Medalla de la Virgen de Flores al Obispo emérito.
La ocasión tomó lugar en medio de una renovación del interior del templo parroquial histórica, marcada por la inauguración de una obra de envergadura en la Iglesia Parroquial de Álora, un proyecto que ascendió a cinco millones de pesetas en entonces y cuyos datos podemos desarrollar en próximos artículos.
Detrás de esta transformación destacó la labor incansable de la Junta Parroquial-Hermandad Virgen de Flores, liderada por el ilustre Párroco Don Francisco Ruiz Salinas y por el Hermano Mayor Francisco Estrada García. No menos importante fue la coordinación económica ejercida por mi querido padre Francisco Carrasco Pérez.
Cuatro décadas después, la medalla y su imposición inaugural continúan resonando en el corazón de la comunidad, siendo un recordatorio perdurable de fe y unión entre la Parroquia y la Virgen de Flores.