En el recuerdo de este cronista permacen de por vida los primeros sábados de Pasión que vimos en la calle al Señor de la Columna, de estrecha vinculación con mi familia materna.
Era como el preludio a la Semana Santa. Aunque no hubo ningún conato de polémicas al pasar a la tarde del Domingo de Ramos; a muchos nos parecía original que los hermanos de Jesús abrieramos las puertas de los días santos con un cortejo, siempre muy concurrido y ejemplar que a mi me recordaba la procesión del Huerto que viví en mi niñez donde decenas de nazarenos en perfecta formación.
Orígenes.
La Hermandad de Jesús tiene un ramillete de hechos históricos que le dan solera y pose a las décadas devocionales hacia cualquiera de nuestros titulares.
El caso del Señor de la Columna es buena muestra de ello desde que en la segunda parte del siglo XVIII llega a Álora gracias a la providencia y sobre todo a generosidad del farmacéutico perote Juan Hidalgo de Aracena y Martín que desde la lejana Colombia comparte su éxito económico con sus sobrinos, dotándolos de suficientes recursos económicos para la adquisición de diferentes fincas ya que ninguno de ellos quiso cruzar el océano para administrar la dote de su tío que no solo les multiplicó su tesoreria, también les dejó numerosos recuerdos procedentes de América como cuadros, rosarios, candelabros e imágenes entre las que se encontraba el Señor de la Columna cuyo retablo es costeado por la familia.
La imagen primitiva no sufrió la guerra civil, el Viernes santo de 1934 tiene un accidente al entrar en la Parroquia y queda completamente destruida, quizá, según muchos antiguos decían, fue el anuncio de la contienda que hasta su final en 1939 arrasa en nuestra diócesis con casi todo el patrimonio religioso. Se conserva la foto que pueden ver.
Iniciada la década de los cuarenta, tocaba la reconstrucción material, que no devocional de la Hermandad. Tal era la importancia de la advocación del Señor que sus camareras Antonia y Mariana Bootello Romero, siguiendo el modus operrandi de la adquisición de Jesús Nazareno en 1940 insisten para que Antonia Castillo Casermeiro paralelamente a la donación de la Virgen de la Encarnación mandara hacer el Señor de la Columna.
Probablemente en 1941 o 1942 ambas imágenes llegan a Álora, lo que es seguro que las dos al mismo tiempo y antes de 1944. Son depositadas en el número uno de la calle Queipo de Llano -actual Veracruz-, domicilio de Francisca Saenz de Tejada Castillo – hija de Antonia- , según testimonio de María Josefa Morales García que tiene en la actualidad 90 años y fué testigo de aquellos acontecimientos por ser familiar directo.
Mary Pepa nos aporta también el dato de que ni la Encarnación ni el Señor de la Columna fueron llevados inmediatamente a la Parroquia donde las obras de remodelación y acondicionamiento hicieron que el culto se redujera al mínimo hasta mitad de los cuarenta. Eran tiempos de penurias y complicaciones para los vecinos y había otras prioridades.
La continua asistencia a Granada por motivos familiares de nuestro Hermano Antonio Bootello Romero, pone en contacto al escultor Prados López con Francisco Bueno (hermano mayor de la incipiente agrupación de cofradías en Álora y cuñado del anterior).
Una vez obtenida la bendición del Párroco don Antonio Morillas Rivero, se procede al encargo de la imagen que va a ser pagada con la herencia de Ana Castillo Casermeiro, devota del Señor de la Columna asesinada en la guerra civil.
Antonia Castillo expone al párroco su deseo de invertir el dinero recibido de su hermana en el Señor y le pregunta qué hacer con el resto, respondiendo el presbítero que tenía que abordar la compra de la Encarnación, imprescindible en la reconstrucción como titular de la Parroquia.
Prados López (1913-1990) era hijo del también escultor Nicolás Prados Benítez, comenzó a formarse en el taller de su padre. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Granada, posteriormente en Almería y más tarde en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, donde obtuvo el título de profesor de dibujo. Enseñó esta materia en la Escuela de Artes y Oficios y en el Centro de Formación Profesional «Virgen de las Nieves», ambos en Granada, jubilándose en 1973.
Tras la Guerra Civil, realizó numerosos tronos e imágenes para restituir las que habían sido destruidas. Viajó a Italia para estudiar la obra de Miguel Ángel y a París para conocer las obras de Rodin y de Meunier.
Destacó más como pintor que como imaginero, según nos apunta su nieta lourdes Echevarría Prados a la que hemos conocido gracias a esta investigación. La escultura del Santo Sepulcro de Málaga y la Virgen de las Angustias de Úbeda son obras reseñables junto con la de San Juan Evangelista de Álora, muy querida para todos los cofrades del pueblo.
Resurgimiento.– La mitad del siglo XX trajo para la Semana Santa el agotamiento de la idea de la funcionar como cofradía única para las devociones seculares de Jesús y Dolores. Según testimonio de María Josefa Morales García, aquello fue la reedición de un modelo puesto en práctica a primeros de siglo, siendo su abuelo hermano mayor, coincidiendo con periodos de dificultad económica.
El Señor de la Columna es el gran perjudicado de la separación de las cofradías. La falta de recursos lo hace pasar al completo ostracismo, sobre todo cuando en 1953 se incorpora la Virgen de las Ánimas, quinta advocación de la Hermandad en un tiempo donde era mucho más complejo de lo que parece poner una procesión en la calle.
Hasta 1986, no se va a producir la primera inquietud real para recuperar la procesión, desde ahí hasta la aurora del nuevo siglo se producen vario intentos en vano.
El milagro de la continuidad y constancia de la actualidad se produce gracias al apoyo del sacerdote Francisco Sánchez Nuñez durante su etapa en Álora y a la perseverancia de los actuales gestores de la sección que celebraron en 2019 una serie de actos que quedarán para la historia, recordando el setenta y cinco aniversario de la actual imagen.
Foto Cabecera: Pedro J. Macias
Interiores: Archivo Nazareno de las Torres.